El enfermo imaginario

Argán, hipocondríaco absoluto, solamente se siente seguro rodeado de médicos y enfermeras, pero las casualidades de la vida lo han llevado hasta la misma clínica, misma planta, misma habitación donde murió hace años su único hermano. Esto traerá extrañas apariciones y complicidades inesperadas ante la incredulidad del médico y la enfermera que lo cuidan pero, sobre todo, ante su amorosa hija, quien esconde oscuras intenciones económicas.  Solamente hay un testigo de las conjuras entre unos y otros: el juez de la cama de al lado, pero éste no puede ni hablar ni gesticular debido a la traumatología que sufre.

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